En esta loca era dominada por las redes sociales y por la imagen que proyectamos en ellas, cualquiera puede hacer retoques fotográficos para hacer que su cara y su cuerpo se ajusten a los cánones de belleza imposibles e irreales que se nos imponen.
Filtros que nos quitan las arrugas y nos matizan el tono de la piel, aplicaciones que nos esculpen la anatomía o programas de edición que pueden hacernos parecer estrellas de la época dorada de Hollywood, juegan con nuestra percepción de la realidad a diario y con nuestra salud mental también.

¿Te has preguntado alguna vez dónde está el origen de esta fiebre existente por retocar y «perfeccionar» todas las imágenes que compartimos en nuestros universos virtuales cada día?
Probablemente tengamos que remontarnos mucho más atrás de lo que creíamos, concretamente a principios del S.XX y a las páginas del manual “Complete self-instructing library of practical photography“.
Este libro expone la verdad sobre la edición y el retoque de fotografías a principios del siglo XX. Contiene muchas imágenes interesantes que demuestran que hemos heredado las inseguridades corporales de nuestros antepasados.
En la galería de imágenes se muestran algunos ejemplos que se describen en el libro sobre cómo se eliminaban las imperfecciones de los sujetos en las fotografías que se hacían allá por 1900. Seguro que muchos de estos retoques os suenan, seguro que muchos de ellos os los habéis aplicado.


Según el libro, en aquella época se entregaba al cliente las impresiones hechas a partir de los negativos y, además, en los primeros días de la fotografía, las impresiones se hacían directamente a partir del negativo sin ninguna alteración porque la plancha húmeda producía efectos más suaves en el resultado final.
Las imperfecciones eran menos visibles, pero con la aparición de la plancha seca, los defectos en el rostro humano se hicieron más evidentes en el negativo, y la gente comenzó a demandar suavidad en sus surcos faciales y la eliminación de las imperfecciones.

Se utilizaron cuchillos o lápices para «editar» negativos. Según el manual, los cuellos gruesos se hacían delgados, se enderezaban las narices torcidas, se agregaban pelos, se alteraban los fondos o se corregían incluso los volúmenes corporales o las bizqueras.
Se conseguía incluso añadir ropa donde no la había y con resultados increíblemente realistas gracias a pinceles, gomas, tintas y lápices, todos esos objetos que ahora son iconos en las barras de herramientas de nuestros modernos programas de edición.





