El lenguaje fotográfico tiene numerosos «trucos» para conseguir que nuestras imágenes sean más expresivas. Las llamadas «reglas de composición» (que, no olvidemos, no son más que directrices orientativas) son algunas de ellas. No se trata de reglas complicadas y, la mayoría, responden ante la lógica más absoluta.
Pero nunca está de más intentar profundizar en ellas para entender de dónde vienen y por qué nos pueden ser útiles. Por eso, hoy toca hablar de la Regla del Movimiento, una regla muy sencilla que nos permitirá darle mucho dinamismo a nuestras fotografías.
Antes de Definir la Regla del Movimiento…
Y antes de aplicar cualquier regla o de disparar cualquier fotografía en general, deberíamos tener clara una cosa: qué queremos transmitir. Las reglas de composición suelen ser muy claras, no suelen dejar espacio a la duda o a la mala interpretación: si quieres respetarlas, sólo hay una manera de hacerlo. Sin embargo, esto puede no servirnos para nuestros propósitos.
A veces, querer respetar una regla de composición es incompatible con realizar una fotografía expresiva. Por ello, cuando estemos trabajando en la composición de nuestras imágenes, debemos plantearnos qué historia necesitamos explicar con ella. ¿La regla de composición que tanto te ha funcionado en el pasado ahora te impide hacer lo que quieres?
Ha llegado el momento de romper con las reglas. Y es muy importante saber cuando romperlas pero, para poder llegar a hacerlo adecuadamente, primero hay que conocerlas y ponerlas en práctica así que…
¿Qué es la Regla del Movimiento?
Como su propio nombre indica, se trata de una regla que nos permitirá comunicar de una manera adecuada el movimiento. Es muy sencillo: cuando en una imagen queremos transmitir que nuestro sujeto está realizando (o va a realizar) un movimiento concreto, deberíamos dejar espacio en la composición para que lo haga. Dicho así quizás parezca un poco complejo. En realidad se simplifica diciendo que, dentro de la composición, donde más espacio debería haber es hacia el lugar al que se va a desplazar nuestro sujeto. Vamos a verlo con un par de ejemplos:
En la imagen de la izquierda, la niña, que está saliendo del agua, apenas tiene aire en la composición por delante, aunque sabemos que el movimiento que está realizando es hacia esta dirección. En cambio, por la parte de abajo de la imagen, sí tiene aire (o, en este caso, agua). Esta imagen no respetaría la regla del movimiento como sí lo hace la fotografía de la derecha: el saltamontes, que parece que va a saltar, tiene todo el espacio del mundo para hacerlo. Visualmente, es más atractiva esta segunda imagen. Porque sigue las normas de composición.
Al final, lo que tenemos que tener en cuenta es que el movimiento a realizar debe ser tratado como un sujeto en sí mismo dentro de la composición. Es decir, debemos dejarle su propio espacio dentro de la imagen. ¿No os recuerda todo esto a otra regla básica de composición? La regla del movimiento es prima hermana a la regla de la mirada: hay que permitir al ojo de aquel que vea la fotografía continuar con la acción que el sujeto está a punto de hacer. Tanto mirar qué está viendo como ver hacia dónde tiene que correr.
Algunas Consideraciones Respecto la Regla del Movimiento
La regla del movimiento no sólo sirve para transmitir movimiento. Un poco paradójico pero totalmente cierto. Mostrar hacia dónde va a dirigirse el sujeto va a dejarnos, también, contextualizar un poco más nuestra imagen: ¿qué va a hacer el sujeto? ¿va a saltar? ¿a caminar? ¿hacia dónde? ¿qué le pasará? ¿es un camino fácil? ¿hay algún obstáculo?
En el mundo occidental, leemos de izquierda a derecha. ¿Qué relación tiene esto con la fotografía? ¿y con la regla del movimiento? Cuando vemos una foto, en realidad lo que hacemos es leerla. Observamos los elementos que la componen y lo hacemos, mayoritariamente, siguiendo el orden de la lectura occidental: de la esquina superior izquierda a la esquina inferior derecha.
En nuestra habilidad compositiva reside la capacidad de cambiar este orden y poder conseguir resultados más o menos llamativos. El caso es que si colocamos nuestro sujeto principal a la izquierda y dejamos aire para que se mueve hacia la derecha, nos parecerá que ese movimiento es mucho más rápido que si lo hacemos a la inversa.
¿Qué pasa si no queremos respetar la regla del movimiento? En realidad no pasa absolutamente nada, siempre que seamos conscientes de que lo estamos haciendo y de por qué necesitamos hacerlo. Volviendo a una de las imágenes que he utilizado antes como ejemplo:
¿Es mala esta imagen sólo por el hecho de no estar respetando una regla de composición? En absoluto.
Con todo lo que sabes ahora de la regla del movimiento, observa bien la imagen e intenta adivinar por qué decidí romper con la regla a la hora de disparar. Cuando hice esta fotografía, la niña estaba jugando a sumergirse hasta tocar el fondo de la piscina para, al momento, salir hacia la superficie. Cuando disparé decidí que quería captar todo lo profundo que se encontraba el fondo, así que decidí capturarla cuando ya estaba saliendo del agua. Además, dejé todo ese espacio por debajo para transmitir que antes de llegar a la superficie, había recorrido un largo camino.
Si hubiera decidido dejar aire por encima de la niña, la fotografía hubiera tenido un significado distinto. Esto es lo que pasa cuando se rompen las reglas de composición: se tiene más libertad para expresar cosas con las imágenes. De la misma manera que dejando aire en la composición hacia la dirección contraria en la que se mueve nuestro sujeto podemos conseguir que parezca que el movimiento ya ha sido hecho, también podemos conseguir que una imagen en movimiento sea muy estática. Tan fácil como colocar la misma cantidad de aire por delante que por detrás del sujeto. Automáticamente parecerá que éste no se mueve.
Las reglas de composición no lo son todo. Si lo que quieres es transmitir velocidad con tus imágenes, no puedes dejarlo todo a la regla del movimiento. Es cierto que te facilitará enormemente esa tarea, pero tu trabajo no termina ahí.
Debes conseguir que el sujeto transmita, también, cierto dinamismo; conseguir que el fondo sea apto para dejar un «aire vacío» que te permita espacio para realizar el movimiento; y, además, puedes intentar utilizar otras técnicas como, por ejemplo, el barrido, que te ayudarán a conseguir imágenes todavía más dinámicas.